Luego de décadas durante las cuales el casco histórico no se tocó, el corazón de la ciudad vive una importante metamorfosis. Con la inminente reforma de la plaza Independencia y de sus alrededores se escribe un nuevo suceso. Pero esta renovación comenzó a principios del año que está culminando. Nuevas semipeatonales nacieron para darle al ciudadano más espacio. Pero el objetivo está más allá de que caminen cómodamente por las veredas del microcentro.
La idea principal de quienes desarrollan la ciudad mediante planos y proyectos es generar acciones para preservar el casco histórico del avance de intereses inmobiliarios, a cuyos responsables pareciera que poco les interesa cuidar este patrimonio.
Más allá de lo obvio, las semipeatonales sirven para lograr ese objetivo primordial: con ellas se pretende desalentar el ingreso de vehículos y, de ese modo, la demanda de cocheras. Así intentan evitar que se demuelan inmuebles de valor, que terminan siendo guarderías.
Con el fatídico derrumbe del ex cine Parravicini, con la triste caída del techo de la biblioteca Alberdi, con la anunciada demolición del edificio del Buen Pastor, en Mendoza y Salta, -todavía no iniciada-, y con otras propiedades privadas derribadas, pareciera que aún no se encuentra solución para la protección real de esos inmuebles, que dan cuenta de nuestro pasado. Y todavía está latente la recuperación de la iglesia San Francisco, que sigue cubierta por las vallas de obra. En diagonal a este templo moribundo, la plaza Independencia entra a cirugía.
Ese espacio central de la ciudad no sólo se renovará casi en su totalidad, gracias a fondos no reintegrables -no se deben devolver- del Banco Interamericano de Desarrollo, sino que también se modificará su contexto: las veredas de las cuadras de frente al paseo se ensancharán, y contarán con mobiliario. Esto obligará a que se reduzca la cantidad de carriles para la circulación de vehículos. Otra vez se buscará desalentar el uso del automóvil particular.
A la espera
Cuando se anunciaron las semipeatonales de 25 de Mayo y de San Martín aparecieron los nombres de otras calles que, a lo largo de un par de cuadras de cada una, correrían con la misma suerte: Maipú, Muñecas, Laprida y Congreso. Desde el municipio aseguraron a LA GACETA que no se olvidaron de ellas. Sólo esperan tener fondos para dejarlas como Mendoza al 800.
En ese casco histórico aún queda una gran deuda pendiente que toda ciudad se merece: el Mercado del Norte. La arquitecta Mónica Ailán, subdirectora de Planificación Urbana Municipal, anunció que ese proyecto se renovará, para hacerlo más real en los tiempos que corren: prevén que su futuro esté en manos privadas, como sucedió con el Abasto, pero sin que pierda su esencia de mercado urbano.